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  • Foto del escritorIsabel

Lucha por fascículos

El día 25 de noviembre fue el día contra la violencia hacia las mujeres. Fue un día en el que las actividades estuvieron enfocadas a fomentar la concienciación, para acabar con la violencia hacia este colectivo. ¿Fue un día apoyado por todo el mundo? No.



Un nutrido grupo de personas comentaban con pasión lo mala que era la violencia hacia todas las personas. Claro que está mal la violencia, contra cualquiera, sin importar su sexo, género, origen, religión, edad, etc., eso está claro (creo) y todo el mundo está de acuerdo (o debería).


Sin embargo, hay tantos tipos de violencia en el mundo, que se han establecido diferentes fechas para visibilizar cada una de dichas violencias. Así, nos damos cuenta de lo que sufren las personas que son maltratadas, en general, y un colectivo por jornada en particular. Para darnos consejos de cómo reconocer y detener, o simplemente no contribuir a ese tipo de violencia. Porque hablar cada día de todas las cosas que van mal en el mundo es, para empezar, agotador, y después, ineficaz. No se puede ahondar en las causas de un mal si estamos tratando 500 males a la vez. Imagina irte a un país en guerra e intentar acabar con todos los abusos y estragos que veas, de golpe, al mismo tiempo, sin planificación, sin información, sin contexto, sin conocer las realidades de la gente a la que vas a ayudar.


Otro día muy importante en el calendario, en el que también se celebran numerosos actos de concienciación, es el día de los derechos del niño. Los niños también sufren auténticas barbaridades en muchas partes del mundo (con frecuencia, más cerca de lo que imaginamos). No sé si a alguien se le ocurriría, en ese día en particular, decir que los adultos también sufren violencia y que los niños están protegidos por la ley, que qué necesidad hay de poner un día como este, que también hay padres que son agredidos por sus hijos (que obviamente también está mal y hay que tratarlo).


Para poder abordar adecuadamente todas las desigualdades existentes (que las hay, aunque a veces no nos demos cuenta de todas ellas), debemos agruparnos y que cada grupo lidere la lucha de la erradicación de un tipo de violencia en particular. Cada una de ellas tiene unas causas distintas y unas consecuencias diferentes y, para eliminarlas hay que atacar unos puntos muy concretos.


Caso práctico. Imagínate, tenemos un día mundial contra el SIDA, se publicita, se divulga y se intenta acabar con los prejuicios que sufren las personas con esta enfermedad. ¿Hay otras enfermedades? Por supuesto, pero a lo mejor no sufren el mismo rechazo por parte de la sociedad. ¿Quiere decir eso que, como hay gente con SIDA, a mí ya no me van a curar un hueso roto? Claro que no quiere decir eso. Sí, los huesos rotos duelen mucho, pero a nadie se le ocurre discriminarte por llevar una escayola, y si a alguien se le pasa por la cabeza, seguramente el resto de personas que tienes a tu alrededor, le detendrá.


Así pues, en resumen, hay días diferentes para visibilizar diferentes violencias, con el objetivo principal de ACABAR CON ELLAS. Además, cuantos menos problemas haya más recursos tendremos para abordar otros conflictos. ¿No quieres que haya un día en contra de la violencia hacia las mujeres? ¿Se lleva mucho presupuesto? Entonces, contribuyamos activamente para acabar con ese tipo de violencia, y ese día desaparecerá. ¿No te gusta que haya un día contra el cáncer de mama? Si presionamos a los gobiernos para que fomenten la investigación en I+D+i, aumentará la financiación y, con el paso de los años, será mucho más fácil de curar. Recuerda que hace un siglo la gente se moría por una infección bacteriana que ahora te dura dos días gracias a los antibióticos bien usados.


Toda esta disertación me lleva a otro fenómeno bastante curioso. Cuando una persona (o grupo) trabaja y divulga (especialmente lo segundo) para solucionar una problemática concreta, inmediatamente saltan a la yugular virtual (que es el medio más habitual últimamente) numerosos sujetos muy ofendidos porque “ya podrían arreglar esto o lo otro”.


Es interesante cómo queremos que una sola persona, que se dedica a trabajar y concienciar para acabar con un problema concreto (ya sea socioeconómico, ambiental, de salud, etc.), nos de la solución para todos los males del mundo. Igual que no se pueden abordar el mismo día todos los tipos de violencia, pretender que una sola persona arregle el mundo (eso se lo dejamos a las películas de superhéroes) es un poco ingenuo y pone de relieve nuestra desidia. Por ello, antes de atacar a alguien que está intentando mejorar algo en particular, pregúntate si tú estás provocando algún cambio positivo en tu entorno. Porque trabajar trabajamos todos muchísimo, cada uno en su oficio correspondiente, pero ¿estás haciendo algo para mejorar la sociedad, recuperar el entorno, acabar con la contaminación, frenar el cambio climático (que existe, no son los reyes magos), acabar con las desigualdades sociales y, en definitiva, conseguir un mundo más justo? Si lo haces, genial y si no, a las personas que sí lo hacen, déjalas en paz. Son estas personas (las que trabajan por mejorar las circunstancias de todos) las que han cambiado el mundo hasta este momento y son ese tipo de personas las que lo cambiarán. La velocidad depende, muchas veces, de la resistencia que opongan los demás. Si no que se lo digan a Galileo, Hipatia, Darwin, y Servet, entre otros.


Gastamos mucho tiempo odiando, vamos a aprovechar ese tiempo para hacer algo más productivo.




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